miércoles, 22 de junio de 2011

CASTRATI MATEMATHICAE







       Mira la imagen…….

            ¿Qué dirías que significa esta expresión?
10,11+200+(-20 . 3)+(-10,17 . 3) + (-18,31) + (-18,16)+(-60) +(-0,75) 
                                                                 
                                 ¡Uf!..Dolor de cabeza.
                                    ¡No sigo leyendo!

             Aguanta. Te la cambio por esta otra, más corta
                                        2,55 – (-10,17) =   
                      
                          ¡Peor! ¡Ni lo sé ni me interesa!
                            
                                            Remato
                                           -3  . -20     =    
        
                                            Paso


¿Pasas de entenderlo? 

Puede que pases porque percibes un “amasijo” de signos que te tira “patrás”.

Pasas porque no te quieres rayar la cabeza.

Pasas porque crees que no tiene nada que ver con ingresar o sacar dinero en tu cuenta corriente y si tiene que ver ¡maldita la falta que te hace saberlo!

Yo también pasaba. Tampoco yo lo entendí cuando estudiaba,  ni cuando me puse a dar clase lo entendía. Ni sabía, porque no me lo enseñaron, qué hacer para que lo entendieran  mis alumnos. Entonces supe que no podía pasar más. Me sentía ridículo y sobre todo me parecía  y me parece profundamente deshonesto embotar su mente  al ritmo de   “menos por menos es más”, “lo que esta sumando  pasa al otro lado restando” y tantas otras afirmaciones semejantes que componen la, para muchos incomprensible, monótona y ramplona sinfonía pseudomatemática,    entonces y ahora  mayoritariamente  escuchada en las aulas.

He dicho embotar pero realmente quiero decir deformar. Nuestro cerebro está diseñado para razonar. Su desarrollo natural conduce a realizar razonamientos cada vez más complejos. A razonar se aprende razonando. Cuando a un alumno se le habitúa a aplicar repetitivamente reglas de sumas, restas, divisiones, multiplicaciones, derivadas, integrales…que no entiende, se somete  su mente a un proceso antinatural y por lo tanto se le deforma. Matemáticamente hablando nuestras aulas son aulas castrati, aulas de castración de la inteligencia y la  sensibilidad pues  ambas están indisolublemente unidas. Quien no percibe y toma conciencia de algo no puede ser sensible a ello. Quien no distingue las coordenadas matemáticas de la existencia es incapaz de  analizar la regularidad, fluidez y flexibilidad rítmico-matemática de una melodía, de una novela, de una poesía, de un cuadro, de una escultura, de un edificio,  de la secuencias  de un film, de los movimientos y cambios sociales, de la estructura del universo, de los días de nuestra existencia, de nuestro negocio, de las montañas, las flores, los ríos ... como vemos todas ellas "cosas sin importancia", de las que podemos pasar en la vida.  Así nos va.

En mis años de docencia, cuando someto a los alumnos a situaciones en las que tienen que reconstruir su cercenada competencia matemática, me encuentro siempre un grupo de ellos que opone notable resistencia. Su estructura mental es producto de la labor de muchos de mis compañeros que nunca se han planteado navegar por las aguas  del dinamismo intelectual.  Lo que me resulta más doloroso es que siempre hay padres y madres que me sugieren que en vez de tanto razonar “machaque” y “machaque”, que ya madurarán. Ignoran que, habiéndoles dado la vida, piden que en parte  les incapacite para vivirla.  Y a eso no me presto. 

APUNTE
Apelo a una pizca de tu curiosidad sobre todo si eres estudiante de la ESO, incluso de bachillerato,  pues estoy seguro de que no se te habrán  planteado muchas situaciones semejantes. ¿No capta tu atención  descubrir la posible relación entre la hoja de la libreta y cada una de las expresiones aritméticas? ¿Sabrías solucionar las cuestiones arriba planteadas? Por si acaso aquí van algunas pistas.
  
Secuencia de ingresos y gastos en la cartilla desde el 22/01/10 hasta el 12/03/10
Saldo anterior al último apunte 
Aumento del saldo final si  no hubiesen existido  tres reintegros de 20 euros




martes, 7 de junio de 2011

Mousse de can



Si no es por la mañana es por la tarde, pero en la acera de mi casa, ante la puerta o la portada,  es bastante habitual encontrarme  una mousse de can. Las mousses de can son como las penas, algunas sobreviven poco, otras perduran más.  Casi ni las miro, pero  las detecto. Entonces las rodeo  o las brinco. A veces, ya suficientemente sólidas, ¡zás! de  una fugaz patada, intentando ni rozarlas,  las lanzo al centro de la calle,   territorio de todos y de nadie, donde acaban fagocitadas por el tiempo.  En otras ocasiones, durante días, ni las recojo, ni les presto atención. Quedan  donde las depositó el canino ano, a su amor. Recuerdo no hace mucho una, que durante una semana decoró imperturbable los límites del último escalón de la entrada. Allí, mermando  minuto a minuto, segundo a segundo,   mudó varias veces de color  hasta que  un recogedor fue su limusina funeraria hacia el contenedor. 

La vida está llena de ellas.  El pensamiento sincero,  en voz alta expuesto, es a menudo mousse de can. El  defensor del oprimido  es  para el opresor, mousse de can.   El menosprecio es  una repugnante mousse de can en plena boca empaligada. El salvador de la patria es un muerto  mousse de can mortal. El traidor hermano, amigo o amante  es una  inmensa y dolorosa tarta de mouse de can, en pleno corazón  acobijada.

Y algunos silencios. Cuando tu llegada provoca un disimulado  y repentino silencio en quienes te esperan,  en esos momentos eres su mousse de can y ellos la tuya. El silencio del testigo en un juicio es corrompida mousse de can al igual que el mutismo de los medios de información sobre la verdad inoportuna para el sistema instituido. El compañero que  calla, da media vuelta y te abandona ante el problema tuyo, mío y nuestro  es mousse y mousse y mousse de can.

Y las mentiras, y las necedades y la soberbia…   En la medida que las descubro  en mi, mejor las detecto en los demás. Probablemente la razón de la empecinada persistencia entre nosotros de  las deposiciones de tanta canina  manga pastelera responda a un  designio divino. A mi juicio sirve para recordarnos que todos somos  mousse de can, franciscanamente hablando, claro.

jueves, 2 de junio de 2011

Ni están ni se les espera


Ni están en Villarta, ni se les espera. Tradicionalmente, con respecto a los nuevos movimientos sociales, los pueblos quedamos los últimos en la lista de espera y en esas estamos con las acampadas hermanas de DEMOCRACIA REAL, YA.  Pero entremos en faena. Me gustaría jugar a un juego contigo. Suele ser bastante común cuando visitamos una ciudad que nos llame la atención algún  o alguna viandante a quién encontramos parecido con cierto paisano o paisana. Ese juego te propongo. Mira la foto siguiente. El joven de la melena rubia lacia, me recuerda a alguien de aquí y el hombre del ángulo inferior, también. Iniciales A.T. , 


   
algo rejuvenecido, eso sí. Tal vez ninguno de ellos haya pensado, ni por asomo, encontrarse allí, pero no es eso lo que importa, sino haceros sentir cercanos a los verdaderos protagonistas. Al del uniforme, no se le ve el rostro, pero si afinase, su actitud y su corpulencia tal vez me trajesen a la memoria a alguien que tú y yo conocemos. La coreografía grupal lo dice todo. Uno. Porra levantada hacia atrás, brazos levantados hacia adelante. Dos. Porra descargando hacia adelante. Brazos tapando cabeza y rostro. Tres. Porra de nuevo hacia atrás. Cuatro moratón, traumatismo, sangre.

  


No son de  Villarta, ni están en Villarta. Pero pongamos que sí. En esta danza de golpes ¿Quiénes sostendríamos la porra y quienes estaríamos al otro lado?  ¿Quiénes y cuantos en nuestro corazón danzaríamos con  unos u otros? No sé si me gustaría saberlo e imaginarlo no quiero.  Podría tener más de una amarga decepción.  

Hay secuencias de imágenes del veintisiete de mayo que durante la última semana emergen obstinadamente en mi memoria.  Especialmente la de los palos que recibió el joven de la camiseta marrón. En vídeo sobrecoge pero cuando al final de la grabación 



ves cómo el muro de espaldas y brazos resiste sin derrumbarse una y otra vez el envite del ciuemisario negro, sientes un gritaraplaudirllorar que es dolor y liberación. 


No tengo dudas. En la movida  gore de la plaza de Cataluña hay hombres dignos  y cabrones. El Conseller lo tiene claro y yo también. Algún descerebrado habrá que no, pero, en aras de un futuro mejor, espero que los jóvenes de Villarta sintonicen conmigo. Así, cuando nos llegue el momento, seríamos  muro contra la involución, el inmovilismo y los enmascarados autoritarismos enquistados en este imperfecto régimen de libertad.



APUNTES