miércoles, 20 de mayo de 2015

Llamas de esperanza

"Llegadas las elecciones, se barniza de quijote mucho muñeco de paja"
J.S-C.G.

Cuando se convocan elecciones, legislatura tras legislatura espero que nuestros ediles sientan la necesidad de hacer pública autocrítica. Algún día la sentirán. Aguardo a que quienes aspiran a continuar dirigiendo la vida del ayuntamiento prefieran exponer los verdaderos problemas de la gente a vociferar sus “éxitos”. Llegará el día en que mi deseo se cumpla y entonces nuestro pueblo será ejemplo.  Camino de los cuarenta años de espera, aún confío en ver el día en que nos embarquemos en la elaboración de un ilusionante y posible PROYECTO de pueblo y se me aviva el deseo de que siempre sea momento para que los elegidos abran ante nuestros ojos los libros de cuentas, los de los dineros y los de las que tienen entre ellos.  Alimento la esperanza de que venga el día en que los leeremos sin necesidad de pedirlos y entonces tendremos la certeza de que el pueblo es nuestro. Y siempre, siempre, con avidez escudriño entre las líneas de los programas electorales un anhelo, el de convertir a Villarta en ciudad educadora, libre de anacronismos eternos. Los próximos veinte años, o antes... ¿no voy a verlo?






lunes, 4 de mayo de 2015

Un cuento sin importancia

Como todos los reyes, el rey vive bien y los demás, ahí se las tengan.  Un día de estos, asistió en un colegio a un encuentro con niños para colaborar a asentar en sus mentes la utilidad de  la regia institución en la pugna que ésta mantiene permanentemente frente al sentido común de quienes defienden la igualdad entre ciudadanos.

Tras bajar del coche, caminando hacia el  portón de entrada al centro, fue sonrisa hecha carne. Hubo un momento en que se acercó a un niño rubiazul, quien, con la espontaneidad propia de sus pocos años le dijo:  
- ¿Dónde tengo que estudiar para ser rey?
- Antes de serlo, respondió el monarca sorteando la situación, tuve que estudiar  en muchos sitios. Pero, todavía eres pequeño. Ve a tu escuela, pásatelo bien y  cuando seas mayor elegirás la profesión que más te guste.

Le acarició la mejilla pero su seguridad se tambaleó unos pasos adelante cuando se halló frente a los ojos de una niña, también rubiazul, a quien su madre sostenía sobre su cuello. De nuevo, un inesperado requerimiento le puso contra las cuerdas.
- Dime  lo que tengo que hacer para ser reina.
-¡Casarte con un rey! respondió el monarca, molesto ante el inesperado y reiterado deseo infantil por poseer una corona.
- ¡He dicho que quiero ser reina, no que quiera casarme! precisó la chiquilla, puntualización que, esta vez sí, dejó al soberano sin respuesta.  Los padres rieron la ocurrencia, él les coreó con frases insustanciales y todos, reporteros incluidos, hicieron como si no hubiese ocurrido algo importante.

Apenas el soberano hubo reiniciado la marcha, un niño negricastaño, algo mayor que los anteriores, tras dejarse  acariciar el ensortijado pelo por la mano real, le tomó del brazo, diciéndole con gracejo zalamero:
-¿Hasta cuándo vas a ser EL rey?  ¡Egoisssssta! Y los que queremos serlo… ¿qué? ¡Yo pondría a un nuevo rey cada año. Así la suerte tocaría a más!

Nadie fue consciente de como ocurrió, pero súbitamente el rey se encontró rodeado de niños ajenos al protocolo y a las llamadas de sus padres. Uno de ellos alzó la mano, diciendo con nitidez y decisión:
- Yo quiero ser lo que eres tú.

Y otro que estaba a su lado añadió:
- ¡Yo antes, que soy mayor! Y luego otro, y otro, y otro…El lugar se inundó de voces que en jocosa algarabía explicitaban un mismo deseo. Ninguno de ellos gritó “¡Viva el rey!”, sino “¡Quiero ser rey!”


El organizador del evento, afamado presidente de la más importante entidad bancaria del país, se le acercó y tomándole del brazo le dijo:
-No te preocupes. La escuela y las familias pondrán las cabezas de estos niños en su sitio. Los de adentro –dijo señalando hacia el salón de actos del colegio- ya son nuestros.