Un pueblo estupendo


Vivo en un pueblo estupendo. Estupendo no quiere decir perfecto, pero lo quiero como es. No es un pueblo bonito, pero por eso no lo amo menos. No es un pueblo especialmente dinámico. Pero tiene gentes que investigan y reciben premios por ello o que terminan licenciaturas o bachilleres con notas medias cercanas al 10. Con pocas posibilidades actuales de desarrollo, pero en el que sus gentes se afanan por mantener lo que hay.  Con personas que, sálvese el que pueda, intentan aprovecharse de las situaciones pero con  otras que son y se manifiestan profundamente honradas. Un pueblo en el que desde hace muchos años, se aceptan con una naturalidad  que eclipsa al inevitable cotilleo,  situaciones personales o familiares que rompen los cánones tradicionales.  Un pueblo en el que alguna vez por uno u otros motivos te tocará ser el personaje de la semana, o del mes  y estar en boca de algunos o muchos vecinos pero conciliado  con el vivir y dejar vivir y en el que siempre encuentras quien está dispuesto a echarte una mano. 

Por este pueblo han pasado las elecciones del 22M. Se nota y se tiene que notar que han acontecido porque todo lo que hacemos deja su estela y su traza la he notado y la noto a mi alrededor. La he advertido en familiares que se han distanciado, pero que no se han olvidado. La he visto en algún momento en que  alguien cercano  ha   “jugado” conmigo con disimulo, silencios  e insinceridad,  sin necesidad, pues  no era ningún contrincante y no por eso nos hemos “crucificado”.  Lo he notado en los actos de campaña, en los programas y sobre todo en Internet.  

Un día, me puse a leer las ciento y muchas opiniones contenidas en el blog del PSOE local, en el que, según se decía,   se vertían insultos y descalificaciones intolerables. Creo recordar que solo encontré dos que alcanzaban esa categoría. Uno tildaba de corruptos y otras lindezas  a los del PP  y en el otro se llamaba sinvergüenzas e incultos a los socialistas. El resto, algunos comentarios victimistas y otros con los que se puede estar o no de acuerdo, pero entre los que había bastantes destellos de agudeza.  Un pio, el anonimato. Todavía no nos sentimos seguros mostrándonos como somos ante el otro. Pero en contra de lo que se me había dicho, apenas había dos anónimos  irrespetuosos. La pena es que todos se han perdido, como el Guadiana en los pantanos de su tramo medio , pues el custodio del blog no tuvo el valor para mantenerlos y ahora cualquier afirmación que se haga sobre el particular no se puede contrastar con la realidad. Un pueblo estupendo tiene que ser un pueblo con tensión vital y por primera vez desde mucho, se hacía ostensible la existencia de polos distintos que se trataban de igual a igual y aunque dicha tensión se refería  a planteamientos bipartidistas que no comparto, se manifestaba como signo de inquietud, de vida, junto con sus correspondientes excrecencias,  que en este caso eran  mínimas.  Sin duda, mi pueblo seguía siendo estupendo. 

En apenas un mes hemos cambiado alcalde por alcaldesa y han llegado las fiestas de San Juan. La estela del cambio se hace presente en el Programa de Fiestas. Se aprecia cuando el Ayuntamiento de nuestro pueblo de la España constitucionalmente aconfesional, incluye en el programa municipal de festejos la procesión del Corpus Christi, hecho incongruente de lo  que la Comisión de Cultura es responsable y que no sé  si tiene que ver con el hecho de que la Alcaldesa sea o haya sido catequista , así como del envío de  cartas a los vecinos pidiendo que se adornen las fachadas de las calles por las que discurre la procesión , cometido más propio de la Parroquia que del Consistorio no confesional. Pero también se advierte en la inclusión de actividades realizadas por primera vez en nuestro pueblo, que han propiciado la participación y el divertimento  como la del encierro infantil o  el  Gran Prix.  

El programa contiene un ejemplo de cómo los dos aspectos del cambio expuestos, la tensión partidaria y una cierta incongruencia, siguen siendo contenidos de la huella electoral. El programa de festejos es del Ayuntamiento, va dirigido a todos, católicos, creyentes de otras religiones, ateos….No es una publicación parroquial. En ella escribe, con todo su derecho, el párroco de Villarta. Cuando lo comienzo a leer, presentándose como “Vuestro Sacerdote”,  pienso que puede que esté en la creencia de que todos los residentes en Villarta somos católicos y miembros de su parroquia.  Los habrá que sí y los habrá que no. En mi opinión, para los que no, quedaría más adecuado “Sacerdote a vuestra disposición”.  Supongo que esa era su intención. Pero cuando a continuación  expone que se ve en la obligación de comentar el ambiente postelectoral en función de que el obispo le encomendó que cuidara de las gentes de nuestro pueblo como un “buen padre de familia”,   me saltan todas las alarmas. Tuve mi padre natural y no quiero ninguno más. Los adultos  no necesitamos trasnochados paternalismos. Sé que para algunos de los lectores añado un foco de tensión con estas palabras, pero como ya he dicho, la vida es tensión, la muerte no.  Son palabras necesarias. Al leer lo he sentido como una desconsideración hacía mí como persona y por manifestarlo no soy peor que si me lo callo. Poder decir esto en mi pueblo, me sigue pareciendo propio de un pueblo estupendo. 

Ante unas elecciones, los ciudadanos nos hacemos una composición de lugar. Pensamos en la preparación y en la trayectoria de los candidatos, en su imagen, en el  “feeling” que desprenden. Eso no es desprestigiar. Eso no es descalificar. En todo caso será calificar, constatar algo que vemos o que sentimos. No tengo acceso al Facebook , Tuenti o Twitter de todos los villarteros, pero puedo dar fe que en mi lista de asociados en red no he encontrado  frases con intención de desprestigiar o herir a nadie. Leer eso en el escrito del párroco me induce a pensar que poco más y estamos en el infierno de “las peores infamias” y soy incapaz de darme cuenta de ello. Puede ser que en  páginas a los que yo no accedo se haya hecho, pero doy por seguro que ha sido una minoría. No se debe generalizar así. Hay que decir qué y cuantos comentarios y si es posible, la identidad de sus autores, que salvo en los comentaristas de blog, es mayoritariamente pública. No. Mi pueblo no es un averno de malas intenciones al que hay que convertir en cielo por la acciones de sus dirigentes a los que se tiende a sacralizar. Los motivos personales que han llevado a nuestros nuevos representantes  a serlo, únicamente los sabe cada uno de ellos  y  los habrá de todo tipo: por servir a la comunidad (interés personal); por realizarse (interés personal);  por aprender (interés personal); por figurar (interés personal);  por afirmarse ante los demás (interés personal)…ellos sabrán. Intereses, todos, muy humanos. Por eso ni los santifico ni los estigmatizo. Han hecho lo que han querido, lo han conseguido y estarán felices. Lo estarán más aún quienes han ganado pues ya tienen una recompensa. 

La Iglesia Católica está en la tierra. Se nutre de seres humanos que tienen sus virtudes y sus miserias. Que alguno de los feligreses haya recurrido a mandar un anónimo recriminativo  a un supuesto votante del PSOE, en función de su fe católica, es censurable pero comparado con actuaciones de creyentes que a lo largo de la historia se han llevado a cabo en nombre de Jesús, es  más que insignificante.  

Sé que ha habido otros anónimos recibidos por miembros del PP y que su contenido nada  tiene que ver, como el anterior, con la Iglesia. Igual de censurable. Pero sin duda son poquísimos comparados con los más de dos mil votantes. Mi pueblo no es tan depravado. Mi pueblo es estupendo. Es pequeño y por eso tiene un poquito  de todo.  Igual que el interior de cada uno de nosotros. Lo hemos hecho a nuestra medida.




NOTA: He dicho estupendo, no estuPPendo. No caigamos en simplificaciones. Un pueblo es mucho más que lo que vota una mayoría.

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