Los trajes de marinero, las organzas,
plumetis, banquetes y regalos de las
primeras comuniones dan para mucho,
sobre todo para que los niños y niñas
asocien emociones y sentimientos al
hecho a todas luces increíble de tomar
el "cuerpo" de un ser "invisible". Todo
un ensayo conductista. Pero en oca-
siones suponen algo más.
siones suponen algo más.
Basado en un hecho real.
La
madre se detuvo delante de los trajes de primera comunión. Señaló a su niño uno
crema y azul que era tendencia y le dijo: ¿Te gusta?. El chiquillo se dio media
vuelta y señalando un vestido blanco-azúcar cargado de volantes contestó: ¡Quiero éste!
-¡Calla
mariconazo! ¡Ya te pondrás uno como ese pero por ahora no es momento!, masculló
entre dientes la madre procurando que no la escuchase nadie más que su hijo.
La
dependienta, que se había percatado de la escena, intervino solícita:
-El
de volantes es muy bonito, pero un niño tie…
-¡Quiero ir de chica! ¡Quiero ir de chica! Y tú, ¡calla
la boca, bruja!
La
madre tiró del brazo de su hijo, haciendo lo peor que podía hacer en esos
momentos, gritarle su odiado nombre de niño: ¡Marcial! …Pero él, convulso,
consiguió zafarse de ella y abandonó la tienda a mayor velocidad que con la que
había disparado sus palabras. La mujer, avergonzada, se disculpó como pudo y salió
a la calle a buscarle. La
dependienta pensó para sus adentros que bastante le había caído a la señora cuando quien en realidad llevaba la carga, era Marcial.
Aún no sé si lo vistieron de almirante o de princesa aunque pondría la mano en el fuego que fue de algo parecido a lo primero mientras él se vío como lo segundo. Un embrollo añadido al que de por sí conlleva, como todos, este sacramento.
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