sábado, 1 de junio de 2013

EL TRAJE DE PRIMERA COMUNION

                    Los trajes  de marinero,  las organzas,
                    plumetis, banquetes  y regalos  de las 
                    primeras comuniones dan para mucho, 
                   sobre  todo  para que los niños y niñas 
                   asocien  emociones  y  sentimientos al 
                   hecho a todas luces increíble de tomar 
                   el "cuerpo" de un ser "invisible".  Todo
                   un  ensayo  conductista. Pero en  oca-
                   siones suponen algo más.
                   Basado en un hecho real.
                  


La madre se detuvo delante de los trajes de primera comunión. Señaló a su niño uno crema y azul que era tendencia y le dijo: ¿Te gusta?. El chiquillo se dio media vuelta y señalando un vestido blanco-azúcar cargado de volantes contestó: ¡Quiero éste!

-¡Calla mariconazo! ¡Ya te pondrás uno como ese pero por ahora no es momento!, masculló entre dientes la madre procurando que no la escuchase nadie más que su hijo.

La dependienta, que se había percatado de la escena, intervino solícita:

-El de volantes es muy bonito, pero un niño tie…

-¡Quiero ir de chica! ¡Quiero ir de chica! Y tú, ¡calla la boca, bruja!

La madre tiró del brazo de su hijo, haciendo lo peor que podía hacer en esos momentos, gritarle su odiado nombre de niño: ¡Marcial! …Pero él, convulso, consiguió zafarse de ella y abandonó la tienda a mayor velocidad que con la que había disparado sus palabras. La mujer, avergonzada, se disculpó como pudo y salió a la calle a buscarle. La dependienta pensó para sus adentros que bastante le había caído a la señora cuando quien en realidad llevaba la carga, era Marcial. 

Aún no sé si lo vistieron de almirante o de princesa aunque pondría la mano en el fuego que fue de algo parecido a lo primero mientras él se vío como lo segundo. Un embrollo añadido al que de por sí conlleva, como todos, este sacramento.




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