0
Todo acto es nada hasta que lo diseccionamos.
1
Un desayuno ligero en casa y siete
minutos después, en la viña. Es una mañana blanca. A escasos
trescientos metros diviso cinco hombres en corro. Son cazadores desayunando. Se toman el domingo de amigotes entre comida,
bebida y muerte. Mientras sus mujeres estarán
preparándose para ir a misa, ellos se encuentran inmersos en los ritos de la
religión de la caza. La diferencia reside en que ellos van a por la pieza mientras que
ellas han caído en las redes de una iglesia de la que no
pueden ser sacerdotisas. Para ellos el Reino está en las siembras, vides y olivos, y en el momento de cobrar la pieza se sentirán
como Dios, dueños y señores de la vida
de los campos, de ahí que prefieran este templo natural al otro aunque estoy
seguro que esos cinco ni sus mujeres lo han pensado.
2
A poco se van. No queda nadie más
que yo en estos parajes. La soledad ociosa en la naturaleza conduce a la calma pero sobrellevar la soledad
diaria del jornalero precisa fortaleza
de espíritu. A los quince años aprendí a realizar la poda en vaso y doy fe de
que realizarla durante horas, en solitario, en líneos de cepas que se tornan
infinitos, conduce a momentos de desánimo en los que aparece un fuerte deseo de abandonar la tarea. Un amigo
de la familia reputado “podaor” y ya desaparecido, cuando decidió a los setenta
y pocos años poner fin a su vida laboral tras sufrir un par de vahídos en mitad
del campo, me dijo:
-Llegó la hora, Juan. ¡Tanto
trabajar y trabajar ¡ …¡Y solo!, ¡siempre solo!
Me conmovió. Me reconocí en su
lamento. Porque aún más agotador que el trabajo físico resulta enfrentarse a
los propios demonios. En la soledad del hombre de campo, a diario inmerso en un
medio percibido en ocasiones protector y en otras inquietante, ante la imposibilidad de mantener durante
horas la atención continua en la misma actividad y establecer comunicación interpersonal,
surgen de tanto en tanto soliloquios silenciosos en los que se intercalan
reflexiones, recuerdos, tareas pendientes, proyectos, pero también,
descabellados y turbadores deseos sobre la vida y la muerte que afloran inesperada y desordenadamente. Ideas nunca antes conscientes que brotan del uno mismo desconocido, insospechado. Eros y Tanatos
en toda su potencia. En campo abierto la
posibilidad del autoconocimiento, el camino hacia la individuación. El premio
al duro ascetismo agrícola, recompensa
“escondida” de la que no se habla. Sucumbir a ellas conduce a la locura;
reprimirlas, a la inmoralidad del moralismo y la intolerancia; ignorarlas es una
traición a la honestidad. Tan solo quienes
las analizan e integran optan al fruto de una acción que, curiosamente, les llevará
a transitar por el solitario a la par que gozoso y tormentoso conocerse. La
sabiduría del hombre de campo no es
gratuita. Por eso son tan pocos los
elegidos.
Situado en la primera cepa de un líneo que se me antoja infinito, escudriño la tarea que me aguarda y cuya máxima motivación es la conservación de la pequeña herencia familiar. Comienzo.
Situado en la primera cepa de un líneo que se me antoja infinito, escudriño la tarea que me aguarda y cuya máxima motivación es la conservación de la pequeña herencia familiar. Comienzo.
3
Lentamente voy destejiendo el
entramado de sarmientos de cada cepa. Me abstraigo en uno de esos
juegos con los que procuro hacer más llevadera la faena aun a sabiendas que
dicho empeño me castigará con una dilación de la misma. Intento averiguar
cuáles son los mecanismos y automatismos mentales que hacen posible que pode,
pero si me pregunto qué es lo que estoy
sopesando en este momento para elegir el siguiente corte dejo de pensar en las
variables a considerar y mis brazos se detienen en seco. No puedo pensar sobre lo que pienso al mismo
tiempo, es decir no puedo observar en tiempo real lo que hace mi cerebro porque soy lo que hace mi cerebro y
si soy lo que hace mi cerebro no soy “algo” que está en él…¡Ah amigos creyentes!...
¿Qué me decís ahora del alma? …
La introspección es un
conocimiento en diferido e imprescindible. Es indignante que el
autoconocimiento no figure de forma sistemática en el currículo escolar. A los alumnos los analizamos desde fuera y
hacemos que en cierta medida interioricen nuestra valoración sin proporcionarles estrategias para autoanalizar su actividad interior ni exterior. Una
colonización psicológica en toda regla, una falta de respeto imperdonable en un
educador. ¿Y yo? …¿Cómo – lo - hago -
yo? Hay reflexiones que matan la autoestima y ésta es una de ellas.
4
Las horas pasan y la viña va tomando otro aspecto. Sin podar la parcela parece un lienzo rayonista de Larionov, sin sarmientos los líneos resaltan en el paisaje como sugerente puntillismo minimalista. De vez en cuando me pongo en pie para contemplar la transformación. Entre tanto le he dado vueltas a la posible existencia de un algoritmo que refleje el proceso de decisiones que sigo en la poda, una tarea que consume en exceso mi atención y que desecho y "regresa" una y otra vez. Posiblemente sea un mecanismo distractor para descomprimir la tensión que me origina estar aquí. Miro los sarmientos en las
esmantas y suspiro, no muy hondo, pero suspiro. Miro al sol de la mañana blanca
y respiro, ahora sí, profundo. Miro hacia el pueblo cercano y decido marchar.
Un último vistazo a las vides hoy podadas. Me encojo de hombros. No son muchas.
A este ritmo, terminar la viña me llevará más tiempo del que deseo. El tiempo
es oro pero como decía Séneca: “la vida
se divide en tres momentos, el que ha sido, el que es y el que será. De ellos,
el que ahora recorremos es corto, el que vamos a recorrer es dudoso, el que
hemos recorrido es seguro. El pasado es el único de los tres que no está sujeto
al azar y su “posesión es perdurable y sosegada”. El de esta mañana lo doy por bueno, gastado entre pensamientos de poda y
la poda de pensamientos.