miércoles, 5 de septiembre de 2012

RUIDERONES (III)

                                                                         12- 8-2012
                                                                 En la Ruidera de leyenda.
                                                                 La cueva de Montesinos


Expectativas rotas


El sol, arpa de fuego, 
acalla mis pensamientos. 

Inesperadado rebaño humano.
Garito. Tickets. Prostitución.

¡Un mazo para mi mano!
¡Mi brazo para la destrucción!  
                        

Ahora la cueva de Montesinos no puede enseñarse sola, nos la enseñan. Por cuatro euros y cuatro renuncios: ni ver, ni escuchar ni sentir en soledad. Si tuviese una excavadora a mano haría desaparecer toda este basura del paisaje. Destruir para construir y construir para destruir, el eterno retorno. Está por escribir una ética de la destrucción que conforme la memoria individual y colectiva y oriente nuestros pasos hacia la eliminación de la persistente ignorancia que nos gobierna. Accedo al recinto y me alejo.
                                                

                                                         
                                                             Camino de desilusión

Camino de paraíso,
hoy sin cielo
ni oros de piedra
ni sugestión en tus sombras.

Solo bullicio irreverente.

En la desilusión,
sobre tu polvo
avanzo irresistiblemente
 hacia el imposible encuentro.



Camino abajo entono silencios forzados como los de la cigarra enmudecida a nuestro paso. Detrás mio la manada turística bufa entre coca-colas y cerveza, profanación mercantilista de esta catedral de la naturaleza. Mi alborotado pensamiento dicta sentencia: los pobres de espíritu  nunca conocerán el alma de la tierra y deberían ser expulsados de este paraíso. ¡Me asquea tan falsa democratización de la belleza! Sin avistarla aún, lo sé. La cueva esta invadida y no entraré. 


Negada cueva


La diviso. Bajo la encina nos niegan el paso si no es en grupo y con la compañía de un guía. Aún así, me acerco. Regreso a estos montes por sentirme, por vivir las emociones que sus parajes me provocan y no es el día. Al borde de la pétrea oquedad escucho las voces de los que en el interior pululan. Una cuenta el cuento del genial Cervantes, oropel con el que el poder de turno ha ocultado durante siglos la Mancha verdadera. Si amo los ojos de Cervantes es porque me llevaron a ver briznas del Quijote que llevo dentro pero no a conocer mi tierra. 

...Desisto verla... Hoy, sólo puedo rescatarla del recuerdo.



Vagina  de piedra y agua.
Ni  maravilla ni ojo del infierno
alumbra tu pupila de misterio.





Fotografias





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