viernes, 29 de noviembre de 2013

¿Hasta cuando?

En los pueblos de la Mancha la crisis político-económica se vive de “cierta manera”. Hacemos “como” si no existiese. Actuamos como si no hubiese parados, afectados por las preferentes, desahuciados, dependientes con escasa o ninguna ayuda, centros educativos y hospitales noqueados por los recortes, clientelismo político, vergonzosa manipulación informativa, indecencia gubernamental, favoritismo hacia quienes llevan el carnet del PP en la boca (ahora es el que toca), fraude político y económico, alcaldes o alcaldesas sumisos y vendidos a de Cospedal, jóvenes sin futuro, gente que pasa hambre…Por eso en la Mancha las huelgas apenas se secundan, las manifestaciones se convocan en contadas localidades y peor aún, una exigua minoría hace públicos sus posicionamientos ante los problemas locales, autonómicos o nacionales. Como hijos de paisaje horizontal,  de llanura replicada a si misma a cada paso, de campos que mimetizan lo diferente en lo uniforme, ni vemos ni queremos que nos vean. Implantados en una inmensa planicie que suscita más que serenidad, quietud, ponerse en pie e iniciar la marcha supone quedar al descubierto y eso siempre es peligroso. Hay una línea apenas perceptible entre la precaución y la cobardía y la inmensa mayoría somos cofrades de la segunda. En una sociedad tradicionalmente agraria y católica se vive en el temor al Señor del cielo que puede arruinar caprichosamente la cosecha y a los Señores terrenales que la pagan como les viene en gana. Generación tras generación hemos crecido con ese miedo como primer plato y la resignación de postre, haciendo del silencio ante el poder un rasgo distintivo de nuestra identidad colectiva, un comportamiento mediante el que pretendemos hacernos invisibles, infantilismo imposible propio de una sociedad inmadura, porque... los silencios hablan. Aunque hagamos como que no, olemos a crisis en nuestras mustias calles y en nuestros corazones pues muchos somos a los que nos ha mordido. Como la mastican las desorientadas autoridades locales y su club de fans, en línea con las guías de actuación de su partido, responsable de la situación actual y que apenas tienen otros recursos que utilizar la estrategia escapista de generar artificiosos momentos de felicidad, recuperando gigantes y cabezudos , “reponiendo” en valor batallas de flores, zagalillas, reinas de fiestas - ¿reinas de qué?-, reliquias todas ellas de un pasado que la memoria engañosa disfraza de idílica placidez inexistente como si nuestros hijos y nietos tuviesen que conformarse con vivir lo que nosotros en su momento vivimos,  o incitando al consumismo del pobre, pero consumismo –semana del vino, jornadas de tapas…- mostrando su ignorancia acerca del papel fundamental que el mismo tiene en la crisis. Tarea inútil. El mal está ahí, en nuestra concepción del mundo. La resignación no basta; el temor angustia; la insolidaridad empobrece; el mimetismo cultural aliena; el escapismo festivo-cultural de baja intensidad al que asistimos una y otra vez es flor de un día; el individualismo a ultranza crea amos y esclavos. ¡Basta! ¡Otro mundo es posible! El neoliberalismo económico, ejecutado sin contemplaciones por la derecha en la Mancha y el resto de España, nos trata como mercancía de la que aprovecharse y se ha quedado sin argumentos humanitarios. La mayoría de nosotros somos sensibles al dolor, alegrías y necesidades de los otros y disfrutamos cuando compartimos y nos ayudamos. Solamente desde la fuerza de lo común, de la ayuda mutua pueden crearse estructuras que hagan posible, COMO DERECHO, el desarrollo de TODAS las CAPACIDADES (intelectuales, afectivas y SOCIALES) de CADA uno de nosotros. Pero  organizar la sociedad para hacerlo posible NO FIGURARÁ NUNCA en una ley educativa de un gobierno de derechas porque atenta directamente contra el capitalismo -como ejemplo reciente tenemos la LOMCE del PP -  aunque tampoco confío para semejante empeño en las actuales fuerzas políticas “de izquierdas”. Sólo desde el esfuerzo común no sujeto a la mercantilización y a la eficiencia, sino a la EFICACIA en la prestación universal se puede articular la atención sanitaria de calidad a TODOS los ciudadanos y la ayuda a las personas dependientes. Tampoco será ese el objetivo de la derecha neoliberal porque les hurta posibilidades crematísticas. Los dos derechos enunciados –educativo y de la salud- se han ido concretando entre nosotros merced a una mayor CONCIENCIA DEL VALOR DE LO PÚBLICO fraguada al calor del avance económico y cultural acaecido tras la segunda guerra mundial, con unas clases medias cada vez más amplias, formadas y exigentes para con los deberes fiscales de los ricos o lo que es lo mismo, limitando el margen de acción de los capitalistas y abriendo el camino hacia la SOCIALIZACION de bienes y servicios. Los capitalistas vieron claro que su privilegiada posición era incompatible con la progresión hacia el estado de bienestar y así desde los años 70 del siglo pasado la derecha se puso a trabajar para desprestigiar lo público y sus esfuerzos propagandísticos han surtido efecto. Nos ha infectado del virus del individualismo y la competitividad o lo que es lo mismo, de egoísmo y consumismo. El deseo de consumir se ha instalado como un derecho de facto. Podría decirse que “mi derecho a tener, a consumir, está por encima de tus derechos como persona”. Por eso no nos importa comprar  objetos fabricados a costa de la explotación de niños y trabajadores, ni que los comercios permanezcan abiertos a todas horas a costa del aumento de la jornada laboral de quien los atiende. La derecha neoliberal, a cuyos planteamientos económicos se fueron sumando los partidos socialdemócratas mientras nos engañaban como a bobos socializando calderilla, nos tiene cogidos, no los güevos, sino el cerebro y urge desinfectarnos antes de que sea demasiado tarde, porque ya tiene a su disposición recursos financieros, propagandísticos, tecnológicos y militares (ejércitos privados) como nunca antes los ha tenido para disponer de nuestras vidas a su antojo.

En la Mancha, las mejoras en lo que se denomina estado de bienestar no llegaron por movilización ciudadana sino por inercia de lo que ocurría en el resto del estado. Ni nos significamos para que llegase ni lo hacemos cuando ahora nos lo desmontan. ¡Inmutable Mancha en cardiograma plano! A nuestro mar de viña baja llegó el virus neoliberal de  la espaldera atestada de uva “competitiva”, que enmaraña de alambre los campos, los envenena de herbicida y los despuebla de vendimiadores. Comienzan a asomar por entre nuestras pagos setos de olivares superintensivos condenados a muerte en plena juventud. Aparecen grandes extensiones de ajos, tomates y pimientos, creando un paisaje verde de temporada, de un verde oscurecido con el sudor sanguinolento de quienes los recolectan por sueldos y horario de esclavos. Convivimos a diario con paisajes que nos “convencen” de que la explotación es la única realidad posible sin que nos paremos a pensar que sus diseñadores en Bruselas y España lo han hecho a conciencia  y nuestro identitario mimetismo silencioso les facilita la tarea.

¿Hasta cuándo?  No tengo respuesta. Probablemente, seguiremos como hasta ahora, dejándonos llevar, al menos durante una o dos generaciones más. Salvo los que nos gobiernan desde el BOCM y los que en los diferentes niveles de la administración actúan como ellos, la mayoría de los manchegos somos decentes, o mejor diría decentemente indecentes, capaces de reconocer nuestros renuncios en las distancias cortas, en lo cotidiano, pero nos perdemos un poco más allá de lo inmediato de la misma manera que apenas percibimos con nitidez la planicie a lo lejos. Hay que aguzar la vista, nuestra llanura se presta a ello. Hay que desobnubilar el entendimiento, tomar conciencia de algo que ya decía en el siglo XVI Bartolomé Leonardo de Argensola, que el casi infinito cielo azul extendido sobre nosotros ni es cielo ni es azul, y  que si nuestro llano se desertiza es porque se desertizan nuestras mentes. Pongámonos en marcha, hagamos constar que podemos ser mucho más que vino, queso y el decorado de un ficticio personaje cervantino que nunca ha sido nuestro.

Ya sabéis dónde estoy. En mis esperanzas os tengo. 


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