viernes, 8 de abril de 2011

El tablero de las mil y una partidas



Comienza la partida con movimientos estudiados. Tú: aquí;   tú: p´allá;  tú, trae tu mesa junto a la mía. Son  reyes  de un tablero de apenas cincuenta metros cuadrados que tras el pistoletazo de salida,  despliegan sus peones con inusitada energía: la  mirada, el guiño o el comentario cómplice para el colega; el  corrector-bala para quien está enfrente;  la broma  que da  ambiente y protagonismo y a veces el disparate distractor, el mal gesto o el insulto. Y tú, en medio, redireccionando, convirtiendo la broma en el perchero del concepto y el disparate en espejo de lo innecesario. Todo para proteger la esencia del juego: aprender a vivir con, a saber  quién y no quién, a elegir qué y no qué, a replicar con razones y  a escuchar siempre.
Por minutos, las jugadas se complican. Los monarcas construyen torres desde las que descubrir  mundos y proteger el suyo. Cabalgan en los alrededores de lo incierto y de lo “prohibido” . Y  tú, intentas no ignorar el mundo que  desean en ese instante  pero no siempre puedes ofrecérselo. A veces fundir ambos es un ejercicio difícil, otras imposible, pero tienes que intentarlo. Procuras hacer  más fuerte cada una de las atalayas, abriendo ventanas nuevas y clausurando las mazmorras del egocentrismo. La afectividad es una asignatura más,  por eso haces la jugada de escuchar en la intimidad aquello que no se atreven a decir o no saben escuchar en casa,  o introduces  en problemas de matemáticas sus inquietudes para hacerles patente que en la vida todo es número. Hay momentos de fuego cruzado entre torres inexpugnables y caballos desbocados que tienes que reconducir poniendo tus once sentidos. Y ese fuego cruzado, esos tsunamis psicológicos te “queman”, te desgastan. Pero va en el sueldo.
Para la mayoría, su ficha reina, la inteligencia, permanece amarrada a las estrategias de la infancia. Unas estrategias que les proporcionan confort y seguridad pero que  limitan  su evolución como persona.  Y te embarcas en la  ardua tarea de  ayudarles a tomar conciencia de que la inteligencia no es memorizar datos, sino tejer una tupida malla de  relaciones entre los campos del saber humano para resolver adecuadamente sus problemas cotidianos y existenciales.  Entonces, organizas tu ejército  de alfiles, torres, caballos y peones en forma de sugerencias, propuestas, discusiones…para movilizarles, cuestionarles; para intentar que “toquen el cielo con las manos” y  te encuentras con veinte o treinta frentes abiertos en los que tienes que resistir a base de constancia y paciencia, esperanzado en  que todos vayamos a salir airosos.
Y después, llegar a casa, situarte en los otros tableros de tu vida, para a continuación en un hueco de la tarde y de la noche estudiar los movimientos con los que a la mañana siguiente comenzarás las clases.

3 comentarios:

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  2. Es agotador con sólo leerlo...Intento imaginarme lo que será vivirlo....Pero una cosa se desprende de tus palabras!Energía!y pienso que éso tiene que ser bueno para tí, porque te obliga a seguir "vivo", ACTUAL, ACTIVO Y RECICLADO en todos los demás aspectos de tu vida......Espero que todo esto repercuta positivamente en ellos...! Un saludo.

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  3. SI SEÑOR. Y mañana otra partidita, me pido las negras. Ellos movimiento a movimiento avanzan en su vida y se preparan para otras partidas. Nosotros: cansados, desesperados pero con el deber cumplido ; recolocando fichas para la próxima partida. Nos gusta el juego ¿verdad?

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