Te lo dijo el niño en la guardería al verlo llegar en busca de su hija : “e……e…….es……un homme ¡maggón!”. Desde que me lo contaste imitando la intensidad de su sorpresa ante la tez del padre marroquí, miro a esos hombres y mujeres marrones de otro modo. Recuerdo a uno, alto y joven, con perpetuos pantalones blanco chándal, exhibiendo su soledad día tras día deambulando calle Cervantes arriba, calle Cervantes abajo. A las nueve ya iba solo. A las diecinueve, proseguía su paseo, sólo. Siempre así, sólo, sólo, sólo. En su ir y venir nunca le vi mediar palabra y pensaba: “Acabará loco”. Entonces me asaltaba un punto de ansiedad, como si me fuese algo en ello. Y es que yo, que vago a menudo sólo saltando de idea en idea y de proyecto en proyecto, soy un poco marrón. Marrón de tierra que huye de ser páramo. Marrón de arcilla promesa de formas nuevas. Marrón de fruto otoñal empeñado en sobrevivir al invierno. Marrón que explora en el rojo el contrapeso ideal de negros pensamientos. Y en esos instantes de búsqueda e incertidumbre, tú, de amarillo casi blanco, esperando, siempre. Tú de amarillo, casi blanco, iluminando siempre. Tú, siempre tú. Y yo puedo seguir vagando.
Hace tiempo que no lo veo. Tal vez esté donde su amarillo casi blanco. Eso espero.
25 de Abril, tuyo, mío, nuestro.
Si la parte de tu compromiso social está muy bien, la parte intimista y personal está mucho mejor¡CUIDADO! Te estás mojando mucho y éso te puede hacer más vulnerable. Es evidente que hay más que lo que ven. Un saludo
ResponderEliminarDe acuerdo, en momentos eres marrón; pero otros rojo pasión, en ocasiones amarillo ilusión; a ratos negro reflexión; con ratitos gris decepción, con los alumnos verde esperanza, día a día morado trabajador y siempre príncipe azul para los que tenemos la suerte de aprender a tu lado.
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