“Sólo triunfa en el mundo
quien se levanta, busca las circunstancias, y si no las encuentra, las crea” George Berard Shaw.
Durante el curso que está a
punto de finalizar, nuestro colegio, un centro público, redujo
significativamente su profesorado. A nadie parece haberle importado. Durante un mes no tuvimos maestro de música y durante mes y medio de inglés. No hubieron ni cuatro
o cinco madres o padres que se personasen en el despacho del responsable de turno,
al que pagamos todos, para demandarles SI o SI que cumpliese con su obligación de nombrar al docente sustituto
de inmediato. El curso que viene nos “empequeñecemos” aún más. Dejamos de
impartir ESO. Ocurre, como debe de ocurrir en un estado democrático: por
decisión de la autoridad competente, sin previa consulta y análisis con la población afectada. Al fin y
al cabo para eso estamos los ciudadanos de esta democracia transgénica
insertada de genes franquistas, para obedecer y punto. Hemos perdido la
oportunidad de elegir entre que nuestros hijos continúen estudios de educación
obligatoria en su localidad o fuera de ella casi en silencio. Un detalle … sin
importancia. ¿Para qué tanto elegir? En
tocante a la libertad, esa ficción idealizada, seguimos, como
dijo Eric Fromm instalados en el miedo y la sumisión.
Cualquier ciudadano que
sintiese a Villarta debía de haberse levantado contra tal decisión y haberla
boicoteado. Cualquiera. Los que se han llevado o pensaban llevarse a sus hijos
a estudiar fuera como los que no, tanto por las formas de la decisión adoptada
como por el fondo porque nos han arrebatado a todos, para siempre, la
posibilidad de elegir. Hemos sido ninguneados, tratados como borregos. Un
pueblo al que le eliminan servicios es un pueblo condenado a morir. Los pueblos
tenemos derecho a servicios básicos de calidad y la educación obligatoria es
uno de ellos. ¿Quién es el señor o
señora que ha decidido que nuestros hijos de once y doce años han de levantarse
a las 7 de la mañana, ponerse en carretera (ida y vuelta) con el consiguiente
riesgo de accidente para asistir a clases más masificadas y regresar a las 15h cuando
teníamos la posibilidad de evitárnoslo? Una jornada casi casi urbanita,
madrileña. ¡Qué modernidad en los llanos de la Mancha rural! En vez de
responder exigiendo la mejora del servicio que teníamos hemos acatado su
desmontaje con un tímido murmullo en dos o tres reuniones y una postura casi
pusilánime.
Han sido dieciséis años de
ESO en Villarta divididos en dos etapas. La primera en la que los padres y
madres del colegio y el AMPA consiguieron CURSO a CURSO movilizar al
Ayuntamiento (que siempre fue a remolque) y hacer que se respetase por el
gobierno de entonces su permanencia. Otra, la de estos últimos años, en los que
ha existido una infundada campaña de desprestigio, sin base en datos reales
sobre el funcionamiento de la ESO en nuestro Centro, lo que junto con el consejo más o menos explícito de la
dirección del colegio a los padres para que se llevasen a sus hijos a un IES,
el “olvido” del Ayuntamiento, un cierto esnobismo provinciano, y sobre todo el
conformismo imperante han propiciado una situación imposible de reconducir.
El conformismo. Un estar en
el mundo muy valorado por familias, políticos y educadores. Un antivalor que es
el cáncer de todos los valores. Cuando oigo a un conformista de los muchos que
conozco hablar de valores me entran ganas de vomitar. El conformista disocia habitualmente
el pensar, el decir y el hacer. Piensa una cosa, pero dice y luego hace otra. A
diario hay multitud de cosas que no queremos hacer y que las hacemos en función
del qué dirán, de la imagen que damos, de la costumbre, de lo que nos “viene
bien”. Es un proceso lento y efectivo al que nos habituamos desde la infancia cuyo
objetivo es acallar la propia conciencia y por el que nos habituamos a ser “mu”
pero que “mu” falsos en aras de una vida más “complaciente”. Quien lo culmina es
aceptado sin mayores problemas por el grupo estableciéndose un contrato tácito
de aceptación de la falsedad como salvaguarda de la supervivencia grupal. Es
una aceptación simulada, de apariencias, como no puede ser de otra manera,
producto de su origen. El precio que se paga por no hacer lo que se piensa es
acabar pensando de acuerdo a lo que se “debe” hacer. El rebelde, aquel que no juega
a este juego vive en permanente estado de guerra y sólo puede sacar sus fuerzas
del sentido ético de sus convicciones. Su
resistencia ante el empuje del poder y de la injusticia surge del convencimiento. El conformista sin embargo de
lo que acaba convenciéndose es de que no tiene que poner ni un ápice su “estable”
vida social en riesgo. En todo caso, en función de las circunstancias, simulará
que lo hace, pero no irá más allá pues es incapaz de otra cosa. Su vida es un
“paripé”.
En el caso que nos ocupa,
ante la situación de hechos consumados en la que nos puso la administración
educativa, que repito, pagamos para que nos sirva, sólo cabía enfrentarse
utilizando una estrategia igual de contundente. Lo demás era parafernalia. En
una de las reuniones de los miembros de la plataforma creada al efecto, yo, que
no tengo hijos en edad escolar, lo expuse: ¿Quiénes estáis dispuestos a defender
que los padres de alumnos del colegio, desde infantil a primaria no lleven a
sus hijos a clase hasta tanto y cuanto la administración reconsidere su postura
y hacer frente a las consecuencias? ¿Quiénes estáis dispuestos a organizar mientras
tanto la atención educativa de vuestros hijos por nuestra cuenta para lo que
queda de curso, incluso para el curso próximo con tal de que no os puedan
achacar incumplimiento de vuestras obligaciones paternas?...Todo ello sin
perder de vista el wertazo que se nos viene encima y que aún haría más difícil
sostener la situación.
La respuesta que recibí se
puede deducir de la forma en que actuó la Plataforma. Desde el principio quedó
claro que nadie estaba dispuesto a jugar a fondo. El AMPA intentó salvar los
muebles convocando para la creación de una Plataforma a cuyas reuniones en
Villarta nunca asistió la Alcaldesa aunque sólo fuese para dar ánimos. Recogida
de firmas, reuniones…POSTUREO. Se decía “vamos a luchar” pero no ha habido la
más mínima resistencia al poder político-educativo. Le pese a quien le pese, le duela a
quien le duela, un paripé.
Adiós, ESO, adiós. ¿Qué será lo próximo a lo que tengamos que
renunciar en Villarta? Poco nos queda y espero que lo sepamos conservar. Va
siendo hora de que en este pueblo abandonemos el conformismo que nos está
llevando a la tumba. Nuestro futuro no es nada halagüeño. Las reformas políticas
que se avecinan limitarán aún más nuestra calidad de vida. De los villarteros
inconformistas, que los hay, depende un posible cambio de rumbo. Unamos mentes
y fuerzas desde ya. Hay que ponerse en marcha. Los conformistas, como está siendo público y notorio estos días, siguen trabajando.
El día 25, al salir de mi trabajo y haciendo un gran esfuerzo, conseguí llegar a la reunión que el Jefe de Estudios del IES de Herencia nos había preparado a las 4 familias que fuimos de Villarta y a las 6 del Puerto. Por fin hemos visto los grandes laboratorios, que según nos dijo, no se usan, las maravillosas aulas de Música y Plástica, aún sin recoger porque se ha reducido a un tercio el servicio de limpieza, el aula de Historia del Arte, de Ciencias Naturales...Nos faltó por ver el gran laboratorio de idiomas, que está sin terminar porque no han llegado los equipos. Nos aseguró que allí nuestros hijos estarían bien,controlados, que nos llamarían si pasaba algo, que el autobús los dejaba en la puerta...!Qué tristeza me traje! ¡Qué viaje de vuelta y qué impotencia! ¿Qué nos ha pasado para querer cambiar la calle Cervantes por el Carreterín de Herencia, los 560 alumnos por los ¿38?, la bici, el paseo o el coche por el autobús?Aún sigo pensado el error tan grave que hemos cometido. ANGELES MUÑOZ.
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