miércoles, 9 de mayo de 2012

HOY LA HE VISTO


Catorce años. Melena turbia. Vulgar andar y vestir. Ordinaría coquetería  pero coquetería.  Se asomaba a la vida como quien se asoma a un balcón  esperando a ver quién pasa. Y pasó. Lo tenía a su lado. La llamó reina, la rodeó por la cintura y la cegó con un anillo de cientos de euros. Se encandiló con sus milongas y floreció entre sus brazos sin importarle que él proclamara su proeza orgullosa de llevar corona de mujer mientras sus compañeras aún se adornaban con diademas.  

De navidad a marzo, tres meses de reinado tras los que llegó el desencanto. Él quiso alargarle la falda y ser dueño de sus horas. La llamó  “eso” y le empujó hasta casi tirarla al suelo. Pero se sabía reina. Su boca escupió insultos a destajo y su menudo cuerpo jamás volvió a ser por él acariciado. Guardó el anillo en su diario y abrió otras páginas de amor  aunque de cuando en cuando le hiciese creer que le seguía interesando. Decía vengarse con ello aunque era el juego de una niña que halló en el gozar catorceañero el modo de ser algo más que la de más suspensos.

Hoy, años después, la he visto. Parece que por ella no pasa el tiempo aunque tal vez sea yo quien ande anclado en mis recuerdos y la veo como la veía confundiendo lo que veo. ¡Qué viejo me estoy haciendo!
                                                                                                            Diario de la escuela oculta
                                                                                                                                                                


En sus primeros besos soñó  con cielos y encontró barrancos.
Sus segundos besos  los entregó a otro potro que la perdió en el viento.
Los terceros los regaló a un pregonero de tres al cuarto que se hizo un hombre con ellos.
Para quiénes fueron los cuartos y  quintos, es un público secreto.
Por eso, porque tiene para vender y regalar,
la llaman la muchosbesos.







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