domingo, 16 de octubre de 2011

DIEZ SEGUNDOS



  Octubre, 3. Lunes, mal día de la semana. A las nueve menos diez salgo de casa con el primer descuido a mis espaldas. De regreso a las dos,  portada y ventanas abiertas y el  olor a quemado me hacen tomar conciencia de mi olvido. Al traspasar la puerta de la calle  me sumerjo en la pestilente niebla gris que inunda todos los aposentos de casa. Ya sé. En la cocina, lo que prometía ser un espléndido cocido es carbón piedra adherido sin remedio a la ahora inservible olla. 

Me quemo. En segundos apesto como apesta mi casa. Me insulto. Idiota. Imbécil. Cenutrio. Auto insultarte, relaja. Ser el primero en darte caña hace sentirte mejor.  Si además es en voz alta, evitas que los tuyos te la den. Una mortificación menos.

A día de hoy, 12, aún mis horas “libres” están saturadas de chutes de pintura, de amoniaco y de legía.  Soy, somos, robots en un no parar de limpiar y colocar. Por un olvido.  Por una distracción que “YO” no ordené, sino todo lo contrario. Hubo un instante en el que fui a apagar la vitro y “YO” decidí hacerlo minutos después, cuando el cocinado hubiese avanzado algo más y ya tuviese todo listo para ir al trabajo. Sin embargo partí sin hacer lo que instantes antes me había propuesto. ¿Por qué ignoré, sepulté o modifiqué  mi “YO” orden? “YO” no lo sé. Ni lo sabré nunca. 

 “YOestoy en el mundo por la incesante actividad de un cerebro modulado por los estímulos externos e internos que recibe. Pero tal y como las neurociencias  han descubierto, si en estos momentos “YO” sé las palabras a escribir es porque desde hace unos diez segundos mi cerebro ya estaba trabajando en ello. Más claro aún: “YO” estoy escribiendo ahora lo que mi cerebro ha elegido durante esos diez segundos. Pero de esos diez segundos lo ignoro todo porque como “YO” soy el resultado de esa actividad, no puedo controlar la acción neuronal de la que surjo.  Algo de MI me llevó a no apagar el fuego, pero ese algo, “YO” no supe que estaba; a ese algo ni pude ni puedo acceder. Y entonces digo: ¿qué libertad y  responsabilidad tengo en estas o parecidas circunstancias? 

Hoy por hoy, lo afirmo: No podemos conocer lo que en totalidad somos.  


¡Ah Dios! ¡como nos la has jugado!  ¡Tu soplo o era imperfecto o con muy mala leche! Pero  creados con libertad limitada, no nos ha quedado más remedio que intentar apurarla. Y en esas estamos. Llevamos siglos mordiendo la manzana del conocimiento. Voluntad de poder. Hasta fabricaremos lentes que leerán la mente . Ahora sabemos que podremos gozar de más grados de libertad en la medida que nuestro cerebro gane en complejidad y se ensanche el puente entre la inconsciencia y la consciencia.  Por poder, podemos hasta estimular nuestro cerebro para vivir experiencias religiosas. El reino de los cielos de cada cual está en su cabeza. Cada uno somos un rey entre reyes, aunque muchos morirán sin saberlo. La ciencia, como también lo hace el budismo, ha puesto de manifiesto que no hacen falta religiones para vivenciar el misticismo. Otro engaño desvelado.

Llegados a este punto, está claro que sobran  historias sobre Vírgenes que engendran sin coito, TRES en UNO, muertos que resucitan o un cielo lleno de huríes.  

Dios, la verdad es que, no me haces falta.

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