domingo, 12 de febrero de 2012

En los vientos se huele sangre



Se huelen, se presienten.
Nos huelen, nos acechan…
Fieras.

Están en el trabajo. Entre los vecinos. Entre familiares. En los desamigos. Entre la gente del pueblo. Si, ahí, entre los nuestros. Fieras que matan callando y que tras sus caras de “buenas personas”, afilan sus dientes y esperan,…Nos esperan.

Andan fieras subidas en púlpitos arzobispales, tarimas y poltronas  presidenciales expandiendo odio, temor y culpa. Desde sus oteros de oro braman sofismas de rectitud y honra. ¡Ellas que anulan la voluntad de las almas! Nos vigilan y controlan… Nos controlan. 

Frente a todas ellas, nosotros, fieras mutantes hacia el inconformismo, la reivindicación y la denuncia, les estamos plantando cara. Son nuestros colmillos y garras, palabras de blogs y de pancartas. Mandíbulas y zarpas  para abatir injusticias, triturar la indignidad, frenar al inquisidor, desnudar al mendaz, y lapidar al canalla. Son armas a empuñar sin piedad y sin miramientos.

Vergüenza da que aún seamos los menos, pero sin duda seremos más. Vendrán de entre los millones que vagan por las baldías estepas del paro o del desarraigo. Y a buen seguro también se sumarán otros de los muchos millones más  que por decreto, desde mañana serán esclavos en su trabajo. 

En los vientos se huele sangre. La batalla esta servida. Probablemente la perderemos. Pero...¿y si ganamos? Desafiando a la historia y al sentido común, en el fragor de la lucha, el empuje de tu aliento espero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario