jueves, 26 de enero de 2012

Fiestas De Un Dios

Un demonio real, la “productividad”, por boca de patronos y la autoridad  le ha robado a los ciudadanos horas de fiestas, tiempo de libertad. Por imperativo legal, el trabajo se ha infiltrado en las arterias de las fiestas y las va demoliendo irresistiblemente. Un pueblo sin voluntad de conservar sus fiestas es un pueblo sometido, esclavizado. 
JS-CG







Si yo fuese un Dios, las fiestas en mi honor habrían de ser para todos, como deben ser, fiestas de no trabajar.

Si yo fuese el Dios de las fiestas, los hombres gozarían como Dioses, sin que ninguna autoridad divina o humana se las organizara.

Si yo fuese un Dios, mis fiestas abrirían de par en par las puertas del corazón de los  hombres. Despojados de sus perversas virtudes y consumiendo sus virtuosas perversiones, renacerían.

Si yo fuese Dios, las fiestas en mi honor durarían no menos de cuatro días en cada estación del año. En el otoño para sumergir a los hombres en inexplorados  océanos del conocimiento, colmarlos de riquezas en invierno, inflamarlos de pasión por primavera y solazarlos en jaranas de verano.

Mis fiestas de Dios no serían como ninguna de las que conozco. O no hay Dios o no acertamos a diseñarlo.

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