martes, 27 de marzo de 2012

El sin vivir de vivir. (I).

                                     El sufrimiento

Siento. Percibo. Verbalizo, imagino…Razono y quiero. Hago sintiendo…
Siento. Percibo. Verbalizo, imagino y quiero. Razono. Siento. Hago sintiendo…

Soy aluvión de emociones y sentimientos nutriendo un océano de conciencia que se expande a socaire del oleaje de actos que la voluntad ocasiona. Un continuo sentir  en un “sin vivir” por vivir.

Un sin vivir de millones de “mis” células saboreando “mi” sangre que otras fabrican sin descanso, como me alimentan los hijos que alimento. Penélopes en un  tejer y destejer de proteínas intentando conjuntar sus ritmos en uno solo, igual que los que estáis ahí fuera forzáis acompasar mis pasos a los vuestros. Violencia que me lleva a ignoraros y al mutuo desafecto.

Un sin vivir celular exocitando toxinas, venenos del existir, de igual manera que en ocasiones vomito insultos y blasfemias desfogando el alma, aunque casi todos los sufro por dentro hasta que se adormecen en el libro de los recuerdos.  No es un sin vivir. Son más. Uno por no hablar y otro por no callar.

Un sin vivir al elegir en cada instante.  Un permanente conocer-me. Un continuo “sentir-me”. Trillones de  tormentas, calmas y mareas citoplasmáticas promoviendo un corazón y una cabeza que son a la vez su dirección y su sustento. Un coste que a veces quisiera no pagar pero que es inevitable porque la no tensión es morir y  morir no quiero. Aún así, mi marcha hacia la muerte –la tuya también-  es inexorable.  La vida es un lazo de opuestos. Nos agotamos en un sin vivir por más vivir. En eso radica el sufrimiento. 




      Huellas de sufrimiento


Te puedo dar el nombre de personas que sobre mi mienten callando. Nunca los llamaré amigos. Pero van conmigo.

Te puedo dar el nombre de personas que sin impudicia destejen lo que construyo. Mis enemigos. Los llevo pegados a mí, como tú a los tuyos.

Te puedo dar el nombre de personas que me aborrecen porque no aprecio su desprecio. Para mí son nadie. Por donde voy, me los encuentro.

Lo dicho, la vida es un lazo de opuestos.

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